En las orillas del Rhin, al lado de una gran roca, se encuentra la escultura de la bella Lorelei, misteriosa sirena que atrae con sus murmullos a los navegantes haciendo que se estrellen en sus rocas. El lugar es parada obligatoria para los turistas que visitan la zona de los castillos del Rhin en Alemania y todos quedan maravillados por la belleza de la escultura. Secciones cubiertas de piedras, salientes, y sectores con aguas poco profundas combinados con una corriente hacen de este un lugar peligroso. El Rin es un importante flujo de agua, y al pasar de los siglos numerosos marineros, especialmente los desprevenidos, han perdido sus vidas ahí.
Hay diversas variantes de la leyenda de Lorelei. A continuación pongo algunas de ellas
Loreley era una ninfa sirénida, que vivía en lo más alto de este saliente. Ella atraía con su voz a los marineros comerciantes del Rhin, acercándoles a su roca y tratando de guiarlos a las zonas peligrosas del caudal del rio, para que se estrellaran contra su roca. Y mientras los pobres desgraciados se ahogaban, ella peinaba su largo cabello rubio, sonriendo risueña, como si nada hubiese ocurrido…Ésta es la leyenda base. Pero en 1802 un escritor, Clemente Brentano, escribió una novela titulada ‘Godwi’. La historia trataba de una maga, de increíble belleza, que robaba el sentido a todos los hombres que la admiraban, provocando indirectamente las muertes de estos, movidos por su locura.
Asi que ésta “Lore Lay” fue condenada a muerte en la hoguera por bruja. Pero ella, consciente de su “habilidad” y despechada desde que el único hombre al que había amado ella la traicionara, deseaba la muerte, y se ofrecía mansa a los verdugos. Pero el Arzobispo, nublado por la belleza de la bruja, no fue capaz de cumplir la sentencia de muerte, y mandó el ingreso de la “Lore Lay” en un monasterio.
Durante el viaje al mismo, la mujer pidió a sus guardianes subir a la roca para poder ver por última vez la belleza del Rhin desde lo alto. Ellos se lo permitieron, y “Lore Lay” se suicidó lanzándose al vacío.
Río Rhin, alrededor del 1500. Loreley, una muchacha huérfana, se ha enamorado de Walter, pero éste, prefiriendo a Ana, la rechaza con desprecio. Loreley pacta con el rey del Rhin, prometiéndole que si la transforma en una seductora irresistible se quedará con él. Con esa imagen se presenta en la boda de Walter y Ana, Walter queda cautivado y abandona a Ana, quien muere de tristeza. Loreley está a punto de abrazar a Walter cuando los espíritus la separan y la llevan a una roca desde la cual deberá conducir, en el futuro, a los marinos a su muerte. Desesperado, Walter se arroja al Rhin.
Lorelei era una ninfa acuática inmortal, hija de Rin (Rhein); durante el día vivía en las frescas profundidades del fondo del río, pero de noche se aparecía a la luz de la Luna, sentada en lo alto de un pináculo rocoso, contemplando todo lo que atravesaba la corriente. A veces, la brisa nocturna transportaba algunas de las notas de su canción hasta los oídos de lo remeros, tras lo que, olvidándose del tiempo y del lugar escuchando estas melodías encantadas, se dejaban arrastrar hasta las afiladas y recortadas rocas, donde perecían invariablemente.
Se dice que sólo una persona vio a Lorelei de cerca. Se trataba de un joven pescador de Oberwesel, que se reunía con ella cada noche a orillas del río y pasaba unas horas encantadoras con ella, embriagándose de su belleza y escuchando su seductora canción. La tradición dice que, antes de que se separaran, Lorelei le indicaba los sitios donde el joven debería arrojar sus redes por la mañana, instrucciones que siempre obedecía y que de este modo le proporcionaban buenos resultados.Una noche, el joven pescador fue visto dirigiéndose hacia el río, pero como no regresaba se emprendió su búsqueda. Sin encontrarse rastro alguno por los alrededores, los crédulos teutones afirmaron que Lorelei le había arrastrado hasta sus cuevas de coral para poder disfrutar de su compañía por siempre.
Según otra versión, Lorelei sedujo tantos pescadores hasta su tumba en las profundidades del Rin (Rhein) con sus fascinantes acordes desde las escarpadas rocas, que en una ocasión se envió a un ejército armado al caer la noche para rodearla y atraparla. Pero la ninfa acuática arrojó un hechizo tan poderoso sobre el capitán y sus hombres, que no pudieron mover ni las manos ni los pies. Mientras se encontraban inmóviles alrededor de ella, Lorelei se despojó de sus ornamentos y los arrojó a las olas. Entonces, entonando un hechizo, atrajo las aguas hasta el peñasco donde se encontraba y, para asombro de los soldados, las olas arrastraron consigo un carro marino verde tirado por corceles de crines blancas y la ninfa se introdujo al instante. Unos momentos más tarde, el Rin bajó hasta sus niveles habituales, el hechizo se rompió y los hombres recuperaron el movimiento, retirándose para narrar cómo sus esfuerzos habían sido frustrados. Desde entonces no se volvió a ver a Lorelei, y los campesinos afirman que ella sigue aún resentida por la afrenta de la que fue objeto, y que nunca abandonará sus cuevas de coral.