Una reseña un tanto atrasada… este libro lo terminé en Abril 23.
Este es otro libro que me tomó demasiado tiempo terminarlo, pero es lo que sucede cuando ya no tengo más libros por leer de Anne Rice. Hace algunos días escribí sobre la primera parte de esta serie, la cual tuve que releer ya que no recordaba a los personajes más allá de Reuben, Felix, Laura y Margon. Esto me lleva a preguntarme que sucedió, por qué estos personajes no son tan inovidables como los de las crónicas vampiricas…
Este libro trata de como los Morphenkinder ven las tradiciones cercanas a la época navideña, de como seres que han existido desde mucho antes de los inicios del cristianismo toman nuestras tradiciones y de como mantienen las suyas. A más de esto vemos la eterna lucha de los inmortales (tal y como los representa Anne Rice) para mantenerse en contacto con aquellas migajas de humanidad que aún poseen a pesar de que absolutamente todo es distinto y de que su mera existencia puede poner en peligro a aquellos a quienes aman.
Mediante el desarrollo del personaje que es Jim Golding, vemos que a veces no es necesario tener un fé ciega de que existe un “Dios”, sino que vale más tener fé en que la humanidad es capaz de una bondad ejemplar y de que no siempre aquello que consideramos como un momento terrible de nuestras vidas llega a darle forma a quienes seremos en nuestro futuro.
En este libro, los antagonistas no son personas que buscan obtener el don del lobo, sino otros Morphenkinder que temen las consecuencias de estar en contacto continuo con seres humanos. Su misión no es destruir a los Caballeros Distinguidos ni a Reuben, sino intentar imponer sus opiniones en la mente y vida de los protagonistas.
Es algo un tanto distinto a otros libros de Anne Rice, pero, a pesar de que no era todo lo que esperaba, este libro presenta una interesante visión de este mundo donde existen seres inmortales.