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Es una criatura femenina cuya leyenda proviene de la antigua Grecia. Se la concibe como un personaje individual, pero también como el nombre genérico de un tipo de monstruos (las lamias).
Según el historiador griego Diodoro Sículo, Lamia era una reina de Libia a la que Zeus amó. Según unas versiones, Hera, celosa, la transformó en un monstruo y mató a sus hijos o, en otras versiones, mató a sus hijos y fue la pena lo que la transformó en monstruo. Lamia fue condenada a no poder cerrar sus ojos, de modo que estuviera siempre obsesionada con la imagen de sus hijos muertos. Zeus le otorgó el don de poder extraerse los ojos para así descansar, y volver a ponérselos luego. Lamia sentía envidia de las otras madres y devoraba a sus hijos. En la Antigüedad, las madres griegas y romanas solían amenazar a sus hijos traviesos con este personaje.
En los cuentos e historias populares búlgaras, la lamia es una misteriosa criatura con varias cabezas, que puede hacer crecer una y otra vez si se le cortan (como la Hidra de Lerna). Se alimenta de la sangre de la gente o, más frecuentemente, matando mujeres jóvenes. Este monstruo atormenta a menudo los pueblos y puede ser encontrado en cuevas o en el subsuelo. En algunas historias tiene alas, en otras su respiración es de fuego. La lamia no tiene sexo, pero se suele considerar del femenino.