Publicado en 1900 (en partes dentro de la Strand Magazine y 1901 como libro) es de esas novelas de ciencia ficción que tienen un detalle que me encanta y es que tratan de dar una explicación científica a los hechos que narran. Claro, en su momento hacían que la trama sea factible aunque ahora estos datos suenen tontos.
En este libro, por ejemplo, se habla de una luna capaz de sostener no solo a formas de vida desarrolladas en su atmósfera sino también humanos. La creación de la Carvorita, que es un poco descabellada, también entra aquí. ¿Qué material tan raro uno que pueda burlar la gravedad?
Son esos pequeños detalles los que hacen que estos libros escritos en el pasado sean aún referentes de un género pues estan tan llenos de creatividad que hace que los actuales palidezcan un poco.
El rincón de Geovis 